En la línea del mensaje del Papa Francisco para la LIII jornada mundial de la Paz bajo el lema “La Paz como camino de Esperanza: Diálogo, Reconciliación y Conversión ecológica” que se celebra cada primero de enero inicio de año nuevo, el Padre Roberto Acevedo reflexiona sobre este tema tan importante en la vida del mundo actual.
En este contexto se refiere que en este año nuevo 2020 debemos tener muy presente el mensaje papal para este jornada mundial e importante y no dejarlo engavetado sino ponerlo en práctica dice el Sacerdote Caraqueño Roberto Acevedo en contacto con este medio de comunicación eclesial.
El Papa Bergoglio alentó en su mensaje a “buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto” esto quiere decir explica el Padre Acevedo “que cada cristiano e hijo de Dios está comprometido a consolidar la paz y se empieza desde el hogar, lugar de trabajo, comunidad entre otros”
Cabe destacar que el Sumo pontífice en reiteras ocasiones ha realizado distintos llamados a la paz mundial y el fin de los conflictos en los países que se encuentran en guerra o con alguna dificultad política o social.
Para el Presbítero Roberto Acevedo este año 2020 es un momento para consolidar la paz siguiendo la línea del Papa Francisco quien nos señala la paz como «un bien precioso» y una meta hacia la cual tender a pesar de los obstáculos y las pruebas.
«La esperanza -escribe el Papa- es la virtud que nos pone en el camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables». «Nuestra comunidad humana -añade- lleva en la memoria y en la carne los signos de las guerras y conflictos que se han producido, con una capacidad destructiva creciente y que no dejan de afectar especialmente a los más pobres y débiles».
El Padre Roberto Acevedo recuerda el reciente Sínodo sobre la Amazonía, donde el Pontífice nos exhortaba “a renovar la llamada a una relación pacífica entre las comunidades y la tierra, entre el presente y la memoria, entre las experiencias y las esperanzas”. Y concluye diciendo que “El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación”. “El camino de la reconciliación requiere paciencia y confianza. La paz no se logra si no se la espera».